La Narrativa fractálica :
Mandelbrot denominó fractales (del latín fractus, irregular) al conjunto de formas que, generados normalmente por un proceso de repetición, se caracterizan por poseer detalle a toda escala, por tener longitud infinita, por no ser diferenciables y por exhibir dimensión fraccional. (Talanquer,
2009: 25)
Es decir que un fractal se forma básicamente por un principio de repetición,
en él es posible observar la misma imagen desde cualquier ángulo o acercamiento. Dicho suceso parece innegable en distintos ámbitos, como la ubicación de las galaxias, las fluctuaciones en las bolsas de valores, incluso, en la repetición de letras en un texto. En teoría, así como el universo parecía estar regido por el “número dorado”, lo fractal aparece como el factor presente en toda la
naturaleza. Mas no todo en la natura lo es (al menos no en esta realidad)
Un poco de teoría para cuentos:
Por otra parte, existen universos ficticios donde el tiempo junto con otros muchos de sus componentes pueden adquirir la propiedad fractal. Se pueden localizar en la literatura, id est la literatura fractal. Alberto Viñuela la define haciendo énfasis en los elementos recursivos tales como las “tautologías”, “historias cíclicas” y “cajas chinas” (otro elemento que acota es la reduplicación).
Paniagua (2007) retoma dicha definición, luego la limita al nivel sintáctico de las oraciones, pero al hacerlo se abandonan diversos aspectos literarios, como la invención de lenguajes —por ejemplo, el glíglico en Rayuela (Cortázar, 2006: 488)— o el uso de “palabras virtuales” para dar el efecto fractal al texto.
Lauro Zavala también hace uso del término “fractal”; menciona que es una característica de la minificción, así como un texto perteneciente a una serie, el cual puede ser analizado como un texto independiente o junto con la totalidad, pues mantiene una relación por su temática o estilo. Asevera la diferencia entre fragmento y fractal con la autonomía del primero y la dependencia del segundo a una serie (Zavala, 2006: 135); de lo anterior desprende su certeza: “El detalle o fractal es una unidad narrativa que sólo tiene sentido en relación con la serie a la que pertenece” (135).
Si se verifica el concepto literal, el fragmento y el fractal, en efecto se oponen; sin embargo, éste último no necesita de ningún otro componente para adquirir sentido. Un texto fractal no requiere forzosamente estar subordinado a una serie narrativa de textos integrados: sólo los signos contenidos, pueden crear la fractalidad por sí mismos.
En resumen, Viñuela se aproxima a la traslación del concepto “fractal” al ámbito literario, pues respeta la metodología básica que Mandelbrot propuso, para someterla a algunas reglas narrativas y lingüísticas. Quizá sólo omitió la especificación del resto de los recursos literarios para crear un fractal, así como una taxonomía específica del tipo de fractal literario que se encuentra.
Por lo tanto un texto fractal debe ser aquel que sin depender de una serie o ciclo cuentístico, con base en la repetición de signos lingüísticos, no sólo en el orden sintáctico sino también en el sintagmático, fonológico, morfémico, semántico, semiótico, y mediante las leyes de una gramática preestablecida, pueda formar algún texto narrativo o poético donde sea posible observar una totalidad en cada una de las partes, de uno o más niveles de los antes mencionados.
La definición parece englobar sólo novelas, pero es posible aplicarla a textos de menor extensión, como los cuentos, en este caso: “Orientación de los gatos” (Cortázar, 1999: 13-18) y “Continuidad de los parques” (Cortázar, 1995: 14-15).
Fuente:Decires, Revista del Centro de Enseñanza para Extranjeros.
ISSN 1405-9134, vol. 12, núm. 15, segundo semestre, 2010, pp. 39-52
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